En el año 2000, el botánico británico Tom Hart Dyke se encontraba en una expedición por América Latina en busca de orquídeas raras, cuando fue secuestrado por una guerrilla en la selva colombiana. Lo que comenzó como una aventura científica terminó convirtiéndose en una experiencia límite que cambiaría su vida para siempre. A pesar del riesgo constante y el aislamiento, Hart Dyke encontró refugio mental en su pasión por las plantas, y tras su liberación, convirtió esa visión en una realidad: un jardín botánico que hoy recibe miles de visitantes cada año.
Un legado apasionado y un destino imprevisto
Tom Hart Dyke, nacido en Kent, Inglaterra, pasó su infancia rodeado de naturaleza en la antigua finca familiar, el castillo de Lullingstone. Desde temprana edad, su abuela le transmitió la pasión por las plantas, destacando que el conocimiento botánico se inicia mediante el contacto directo con la tierra. Motivado por historias de aventureros del siglo XVIII y sus vivencias en África, Hart Dyke eligió consagrar su vida a la investigación de especies vegetales inusuales.
Después de explorar el sudeste asiático y Australia, su deseo de aventura lo impulsó a atravesar el Tapón del Darién, una zona selvática que conecta Panamá con Colombia, famosa por su biodiversidad y su riesgo. A pesar de las advertencias de las autoridades, junto al británico Paul Winder, se adentró en la selva con el objetivo de descubrir nuevas especies de orquídeas.
Encarcelamiento en la jungla y fortaleza psicológica
El 16 de marzo de 2000, ambos fueron interceptados por un grupo armado que los tomó como rehenes. Así comenzó un periodo de nueve meses de cautiverio, en condiciones extremadamente duras. A pesar de las amenazas de muerte y el ambiente hostil, Hart Dyke encontró consuelo en su pasión. Durante las horas más oscuras, dibujó en secreto un diseño de jardín en su diario, imaginando un espacio donde pudiera cultivar las especies recolectadas a lo largo de sus viajes.
El vínculo emocional con la botánica se convirtió en su salvavidas psicológico. Incluso en cautiverio, los guerrilleros permitieron que realizara expediciones limitadas dentro de la selva, donde recolectó y cuidó orquídeas. Transformó su entorno en un jardín improvisado que le ofrecía sentido y propósito en medio del encierro.
El lanzamiento y el inicio de un proyecto esencial
La situación se transformó de manera repentina cuando, tras semanas de desplazamiento involuntario, Tom y Paul fueron puestos en libertad por sus captores sin previo aviso. El retorno a la civilización fue complicado, caracterizado por un nuevo secuestro pasajero a manos de otro grupo armado y una travesía peligrosa por la selva. Finalmente, pudieron contactar con la embajada británica y volver a casa.
Ya en Inglaterra, Hart Dyke retomó su diario, ahora con la certeza de que debía materializar su sueño. En 2005, cinco años después de su liberación, inauguró The World Garden, un espacio botánico instalado en los jardines de su residencia familiar, diseñado según el esquema que había esbozado durante su secuestro. Allí se cultivan alrededor de 8.000 especies de plantas provenientes de todo el mundo, organizadas por regiones geográficas.
Un legado botánico con raíz en la supervivencia
En el jardín crece una planta que fue hallada en México y lleva el nombre en honor a su abuela: Penstemon Crac’s Delight. Este tributo resume la trayectoria del botánico, quien se ha enfocado en honrar a las personas y vivencias que han influido en su vida.
El espacio verde no solo funciona como un lugar para conservar plantas, sino que también simboliza un ejemplo de resistencia. Actualmente, acoge a más de 10.000 personas al año y conmemora veinte años desde su establecimiento como uno de los proyectos de conservación vegetal más únicos en el Reino Unido.
Una perspectiva renovada por la jungla
Tom Hart Dyke ha indicado que su vivencia en Colombia lo transformó de manera integral. A pesar del sufrimiento, valora el periodo que estuvo retenido, ya que fue en ese momento cuando surgió la idea que aportaría sentido a su vida. Según sus propias palabras, la jungla le mostró cómo vivir diariamente con intensidad y agradecimiento.
Su relato resalta por su habilidad para encontrar lo bello y la esperanza incluso en situaciones de desventaja. La formación de un jardín creado durante el aislamiento y el temor se ha convertido en emblema de éxito y aprecio por el entorno natural. La selva que en el pasado puso en peligro su vida, ahora vive en su recuerdo a través de cada planta que crece en su jardín ideal.