Dos figuras emblemáticas del entretenimiento europeo cerraron su historia de vida de manera decidida y acompañada. Su partida reaviva el debate sobre la muerte asistida y rescata la huella cultural que dejaron.
Las hermanas Alice y Ellen Kessler, reconocidas durante décadas como uno de los dúos más influyentes del espectáculo europeo, fallecieron a los 89 años mediante un proceso de muerte asistida realizado de forma conjunta. La noticia fue confirmada por una organización alemana dedicada a la defensa del derecho a una muerte digna, que explicó que la decisión había sido tomada libremente por ambas y llevada a cabo en un entorno controlado y legal. La confirmación oficial también llegó desde las autoridades locales, que reportaron haber atendido una intervención en la zona residencial de Grünwald, cerca de Múnich, donde las artistas vivían desde hace años.
La decisión libre y acompañada de las hermanas
Según informes de la emisora pública de Baviera, las hermanas gemelas habían seleccionado la fecha precisa para su fallecimiento. El proceso se llevó a cabo con supervisión experta, contando con la presencia de un facultativo y un letrado, conforme a lo estipulado por la legislación alemana para estas situaciones. La nación germana autoriza la asistencia para morir bajo circunstancias particulares desde una determinación del Tribunal Constitucional Federal en 2020, la cual dictaminó que todo individuo posee la prerrogativa esencial de determinar el momento y la forma de concluir su existencia, siempre que no existan coacciones externas.
Años antes, Ellen Kessler había expresado públicamente uno de sus deseos finales: descansar en una urna compartida junto a su hermana, su madre Elsa y su perro Yello. Esa voluntad, que había comentado en una entrevista a la prensa alemana, reflejaba el profundo vínculo que las unía desde la infancia y que se mantuvo intacto a lo largo de su carrera y su vida personal.
La determinación que tomó, si bien sorprendió a muchos, se inserta en un escenario donde la discusión acerca de la autonomía en el ocaso de la existencia sigue siendo un punto crucial en la sociedad germana. Este diálogo abarca facetas médicas, morales, espirituales y jurídicas, y la vivencia de los Kessler nuevamente resalta estas cuestiones, añadiéndoles una perspectiva humana que va más allá de lo establecido por la ley.
De la danza al estrellato internacional
Las gemelas Kessler iniciaron su trayectoria artística desde temprana edad, recibiendo instrucción en una academia de danza clásica en la Alemania de la posguerra. Su evolución profesional experimentó un cambio crucial cuando, siendo aún jóvenes, optaron por dejar Alemania Oriental en 1952. Esta decisión fue el preludio de una carrera que rápidamente las catapultaría a los escenarios más renombrados de Europa.
El renombrado cabaret Lido de París representó uno de sus primeros escenarios de gran envergadura. En ese lugar, su impactante presencia en el escenario —definida por una melena rubia meticulosamente peinada, piernas largas y esbeltas, y una perfecta armonía entre voz y movimiento— las estableció velozmente como figuras habituales del entretenimiento parisino. Su particular estilo se fusionó orgánicamente con la imagen de la vedette europea de mediados del siglo XX; sin embargo, las hermanas consiguieron trascender ampliamente dicho formato gracias a su constancia, su encanto personal y su habilidad para desenvolverse en diversos ámbitos.
Durante las décadas de 1950 y 1960, alcanzaron su mayor visibilidad. Representaron a Alemania en el Festival de Eurovisión de 1959 y comenzaron a aparecer en programas televisivos de alcance internacional. Entre ellos destacó “The Ed Sullivan Show”, donde participaron en varias ocasiones, consolidando su presencia ante el público estadounidense. También protagonizaron portadas de revistas de amplia circulación y se relacionaron con algunas de las figuras más emblemáticas del cine y la música, incluyendo Fred Astaire, Frank Sinatra, Elvis Presley y Rock Hudson.
En un homenaje publicado tras su fallecimiento, el equipo de “The Ed Sullivan Show” las recordó como artistas de elegancia excepcional, cuya energía escénica y refinamiento habían dejado una impresión perdurable.
La sección italiana y la edificación de un emblema cultural
La popularidad de las Kessler no se limitó a Alemania y Francia. Italia se convirtió en uno de los países donde su influencia fue más profunda. Allí fueron pioneras en la televisión nacional: se convirtieron en las primeras vedettes que aparecieron en pantalla y también en las primeras artistas femeninas en mostrar sus piernas en un medio donde los valores conservadores dictaban estrictas normas de pudor. Debido a esas restricciones, debieron utilizar medias opacas, pero aun así sus piernas se volvieron tan célebres que la prensa italiana las bautizó como “las piernas del país”.
En 1976, la versión italiana de Playboy les propuso una memorable sesión de fotos. La publicación se agotó en apenas tres horas, lo que demostró el inmenso atractivo que ejercían sobre la audiencia italiana. Además de su carrera como modelos, incursionaron en el cine y el teatro, participando en diversas producciones que consolidaron su posición como figuras culturales esenciales.
El impacto de las Kessler en Italia era tan grande que, tras conocerse la noticia de su fallecimiento, la radiotelevisión pública RAI anunció inmediatamente una programación especial. Esta incluía coberturas informativas y retransmisiones de programas históricos en los que las hermanas habían participado, reconociendo así su contribución artística y su importancia en la historia audiovisual italiana.
Un legado que trascendió generaciones
Aunque la época dorada de las revistas musicales y el cabaré europeo se fue desvaneciendo hacia finales del siglo XX, las gemelas continuaron activas en diferentes proyectos. Realizaron apariciones especiales en televisión y regresaron al teatro musical con producciones en ciudades como Berlín, Múnich y Viena entre 2015 y 2016, demostrando que su presencia escénica seguía teniendo vigencia incluso décadas después de su debut.
Su lugar de nacimiento, una pequeña localidad que hoy forma parte de la ciudad de Grimma, en Sajonia, también expresó su pesar. El alcalde local destacó que la comunidad lamenta profundamente la pérdida de dos mujeres que llevaron su nombre a escenarios de todo el mundo. La declaración oficial remarcó que ambas habían contribuido a que Grimma fuese reconocida más allá de sus fronteras, otorgándole un simbolismo cultural inesperado pero significativo.
La trayectoria de Alice y Ellen Kessler se examina habitualmente desde la perspectiva de su impecable coordinación artística, pero también a través de su vínculo personal, consolidado a lo largo de una existencia compartida. Su elección de retirarse de forma conjunta, en consonancia con esa conexión que definió su imagen pública y privada, culmina una etapa que se inició en los escenarios, se prolongó durante décadas de fama mundial y ahora deja una herencia forjada con rigor, distinción y una habilidad innegable.
Un adiós que nos lleva a la meditación
El anuncio de su deceso no solo provocó una ola de tributos, sino que también reabrió debates intrincados acerca de la eutanasia, una cuestión que continúa siendo objeto de estudio y controversia en diversas naciones. La situación de las hermanas Kessler pone de manifiesto el núcleo de la deliberación moral actual: la potestad de elegir el momento de la propia muerte y la validez social y legal de respaldar tal determinación.
En territorio alemán, la resolución judicial que autoriza esta clase de intervenciones se fundamenta en la protección de la autodeterminación individual. No obstante, persiste como un tema delicado, en el que confluyen sentimientos, convicciones religiosas, aspectos sanitarios y normativas jurídicas en continua evolución. El caso de las hermanas gemelas —dada su relevancia y la profundidad humana de su elección— se incorpora ahora al debate público como un paradigma imbuido de gran trascendencia y de consideración hacia su determinación.
Aunque la noticia conlleva una ineludible melancolía, la remembranza general se inclina más a conmemorar su legado artístico. Su trayectoria profesional se caracterizó por escenarios deslumbrantes, colaboraciones con figuras globales y un vínculo especial con públicos de diversas naciones. Sus nombres continúan asociados a un período en que la televisión, el teatro musical y los shows de variedades experimentaban una metamorfosis cultural cuyas repercusiones aún perduran.
Hoy, su historia completa —la vida, la carrera y la despedida— se convierte en un capítulo que invita tanto a la admiración como a la reflexión. Un legado que muestra cómo dos artistas pueden influir en varias generaciones y, al mismo tiempo, reclamar con firmeza el derecho a decidir sobre su propia existencia hasta el final.